Los usos productivos de la energía, una propuesta para el desarrollo

By Walter Vásquez (periodista independiente para Practical Action) On 23.09.2020

No dejar a nadie atrás en la carrera por el desarrollo es una meta ambiciosa que no se podrá alcanzar sino se avanza en otros objetivos, como el acceso igualitario a la energía, que es además un derecho reconocido como competencia de varios gobiernos y que debe llegar a todos y todas, sin importar su condición social, sexo, nivel de ingresos, etnia,  edad o ubicación geográfica.

“La energía es el núcleo central de toda la sociedad”, subraya Víctor Yapu, representante en Bolivia de Practical Action, una de las principales promotoras de la democratización energética en el país.

Organizaciones, empresas de todo tamaño, cooperativas, comunidades, emprendimientos y otras unidades productivas emplean las energías alternativas y modernas en sus procesos de producción, transformación, conservación y comercialización de productos de toda índole. Estos modelos son los que deberían fomentarse para integrar el acceso a la energía no sólo a la iluminación y otros usos sociales, sino también a los usos productivos en el sector agropecuario  orientados a la diversificación de productos, promoviendo no solo el desarrollo económico local sino también la seguridad alimentaria.

 

La energía incrementa la productividad, aumenta los ingresos de la población del área rural –la más vulnerable, en general–, crea fuentes de trabajo permanentes, amplía el acceso a los servicios de salud y educación, tiene el potencial para acortar las brechas de género y reducir la contaminación ambiental, y permite el trabajo en conjunto para el bien común.

Combinada con tecnologías cada vez más modernas, permite además a las comunidades producir más con menos recursos, de tiempo y esfuerzo; mejora la calidad de bienes y servicios; potencia el acceso a mercados y la generación de ingresos; y aumenta la autoestima y confianza de los productores, lo que de forma colateral puede acrecentar el liderazgo de las mujeres en las pequeñas y medianas empresas (pyme) rurales, en las organizaciones pecuarias y de agricultores, y las cooperativas agropecuarias, permitiendo ganar espacios en el ámbito productivo público.

El salto hacia nuevos modelos de integración

El acceso universal a la energía es el séptimo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) y a 10 años de terminar el plazo para lograr ese hito la meta parece lejana. Hay progresos, pero parecen pocos respecto a la magnitud del desafío.

En los últimos años, se han hecho algunos avances hacia esta meta del desarrollo sostenible y siguen habiendo grandes barreras para que la energía llegue a todos, las cuales han aumentado este año con la debacle económica causada por la pandemia del coronavirus, que ha empujado hacia la pobreza a millones de personas y ha significado un retroceso de 10 años en la lucha contra la miseria en el mundo.

“Cuánta gente que (hasta antes de la pandemia) empezó a cocinar con gas ha vuelto hoy a cocinar a leña”, se pregunta Dora Camargo, representante legal de la proveedora nacional de tecnología Sentir.

Lo positivo en medio de tantas preocupaciones es que no solo hay un gran mercado para este tipo de desarrollo y para la combinación de tecnologías, sino que se pueden aplicar en el sector nuevos modelos de integración cuya aparición se aceleró con el confinamiento global causado por el coronavirus.

Miguel Fernández, director ejecutivo de Energética, destaca el enorme espacio que hay para las energías renovables en la cadena agropecuaria boliviana –intensiva en mano de obra–, en la que ya se aplica lo alternativo a silos, secadoras de granos e invernaderos.

La potencia derivada del sol, principalmente, es esencial para que el aumento de la productividad agraria no se base en la ampliación de la frontera agrícola y la deforestación, sino en el incremento de la eficiencia en el uso de recursos, remarca.

“Hay un campo muy grande para avanzar en estos temas y el desafío es muy interesante, pero hay que encontrar mecanismos institucionales y financieros que faciliten esta relación entre la oferta y la demanda”.

Un movimiento hacia el futuro

El aprovechamiento de la energía en complejos productivos no solo permite la diversificación, la generación de valor agregado y el nacimiento de nuevos emprendimientos, sino también el surgimiento de novedosos equipos, de siembra, de cosecha, de tostado, de despulpe, de envasado y de venteado.

Las cocinas solares instaladas por Practical Action e Inti Illimani en comunidades de la Amazonía boliviana, por ejemplo, no solo promueven la diversificación productiva, a través de la obtención de alimentos cocinados o deshidratados, ya sea durante la temporada seca o en época de lluvias e inundaciones.

Esa tecnología enriquece asimismo la nutrición de las familias, al permitir una mayor variedad alimenticia; ayuda a disminuir la recolección y uso de leña, lo que a su vez mejora la calidad de vida de las personas –en especial mujeres– que se dedican a esta actividad; coadyuva a la mejora de la salud, a través de una menor exposición al humo; disminuye los efectos del calentamiento global, al usar menos leña y causar menor deforestación; disminuye la carga laboral sobre las mujeres; y permite contribuir a un modelo universal de cocinas limpias. Como este, existen muchos casos que demuestran que estos sistemas generan bienestar para las familias.

 

“Un carpintero vendía sus muebles a precio de gallina muerta porque eran húmedos y se doblaban. Ahora que están secos puede cobrar un precio justo”, cuenta el gerente técnico de Ecoenergía Falk, Reinhard Mayer, sobre el impacto en el área rural de su variedad de secadores solares para madera, frutas, café, papa, cacao, maní, nueces, coca, quinua y otros granos, además de su servicio posventa personalizado.

 

Practical Action ha probado también como el uso de un sistema fotovoltaico para bombeo de agua ha permitido que la Asociación de productores Sumaj Qmaña en Huatapampa,  una comunidad cercana al lago Titicaca, acceda a sistemas de riego tecnificado por aspersión y por goteo para incrementar la producción con un rendimiento cercano al 300%, así como la cantidad de ciclos productivos al año.

Otros sistemas que surgen del rico mercado fotovoltaico son los de bombeo para abastecimiento de agua y riego, de iluminación en los hogares, de secado de carne y de harina de banano, y de enfriamiento de leche y pescado. Sin olvidar su aplicación en molinos, bebederos y cercos para ganadería camélida y en el mejoramiento genético de los animales, entre muchas otras.

Otro beneficio que surge de estos procesos en el largo plazo es la sostenibilidad económica y financiera de las empresas que ejecutan proyectos de electrificación rural y de las que proveen diferentes de tecnologías con energías modernas para el uso productivo.

El negocio de las energías alternativas, así, se vislumbra prometedor a largo plazo, más aún si se concentra en la reducción de la huella de carbono y en apuntalar la autosuficiencia de sectores como el pesquero artesanal.

Un destacado ejemplo de la incursión juvenil en este sector con enorme potencial es el equipo Groon, conformado por Angie Redondo y Jorge Polo. Su proyecto beneficia a la comunidad de Bojayá, un pueblito marginal colombiano ubicado en la costa del Pacífico cuya economía depende de la pesca y el agro, pero que pierde el 22% de su producción piscícola debido a una refrigeración eléctrica insuficiente.

Real BeniEl premiado modelo sostenible de negocios de Groon se apoya en tecnologías de energía solar y biomasa que permiten mantener una cadena de frío con la que se puede almacenar y mejorar la distribución de los productos locales, además del uso de técnicas de pesca tradicionales, la aplicación de cuotas de pesca que no comprometan el futuro suministro de peces, el reciclaje de los desechos como biocombustible, la instalación de refrigeración con energía solar y el desarrollo de cadenas de suministro locales. Los beneficios: la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2), la preservación de las tradiciones en la actividad y la mejorar de ingresos para los pescadores.

Practical Action en una escala menor, ha instalado un sistema fotovoltaico de refrigeración en la comunidad T’simane Real Beni, ubicada a orillas del río Beni, beneficiando a la vocación productiva de la comunidad, reduciendo la pérdida de pescados por exposición a las altas temperaturas de la zona y consolidando una asociación de mujeres que prestan el servicio de conservación de carnes a la comunidad, las que además han diversificado su oferta con helados, refrescos y otros productos, generando sostenibilidad del emprendimiento y recursos para el mantenimiento y operación del sistema.

 

Finanzas para mitigar el calentamiento del mundo

“Ojalá el sector financiero ofrezca tasas menores para que los productores puedan tener acceso a todo este equipamiento”, subraya Mariana Butrón, quien identifica a algunas financieras pioneras en el sector de tecnologías eficientes y energías renovables en Bolivia: FIE, Prodem y el BDP.

 

“Necesitamos que todos se involucren porque en sus manos están los productos crediticios que puede hacer que estas tecnologías realmente lleguen a las y los productores”, sostiene Butrón,  coordinadora en el país del programa internacional Energising Development (EnDev) de la Cooperación Alemana (GIZ), cuya inversión en el país, en un 60%, se relaciona con actividades  de producción, y donde el acceso a energía y tecnología moderna ha mejorado el 43% de la gobernanza para el manejo de equipos y la productividad.

Paola Velasco, gerente de asistencia técnica e innovación productiva del Banco de Desarrollo Productivo (BDP), adelanta que esta financiera estatal diseña dos productos “verdes” para apoyar el avance de estos sectores.

BDP Eficiencia Energética está dirigido a empresas que apliquen y produzcan soluciones de adaptación tecnológica e incorporación de eficiencia energética y uso de energía renovable. Incluye diagnóstico de la actividad y su consumo, alternativas de energía y equipamiento mediante la articulación con proveedores, evaluación de costos y ahorro, y la realización de una propuesta de pago y tiempo.

BDP Producción Más Limpia ayudará por su lado a minimizar los residuos y emisiones nocivas al medio ambiente en las empresas de transformación y manufactura del país, pero manteniendo o mejorando la productividad de éstas.

“Hemos ido pensando en estos productos” –explica Velasco– “precisamente para acreditarnos en el Fondo Verde del Clima”, de recursos de Naciones Unidas para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos. Ambos productos crediticios se lanzarán “en el mejor de los casos el primer trimestre de 2021”, mientras que la solicitud de acreditación se presentará el primer semestre de este año.

Con los recursos del Fondo Verde, el BDP prevé reducir las huellas de carbono, hídrica y ecológica de sus clientes, promover un ecosistema de producción más limpia en el país y generar tecnología crediticia para productos financieros verdes. “Una vez que estemos dentro de la agenda global contra el calentamiento global podemos acceder a un financiamiento climático de varias organizaciones o bancos internacionales”, aseverÓ Velasco.

El derecho es para todos y todas

La energía y las tecnologías modernas se transforman igualmente en una herramienta poderosa para atacar la persistente desigualdad de género, ya que les da a ellas más tiempo “no sólo para sus actividades en el hogar, sino para otras relacionadas con su entorno productivo, y por lo tanto participativo en espacios públicos. Pero además las mujeres pueden dedicarse al descanso, merecido por las incluso triple jornadas laborales en las que se encuentran inmersas, según su  exposición a un mayor estereotipo por roles de género, raza, clase u otra situación de vulnerabilidad”, señala Mónica Cuba, responsable de Género para Practical Action.

“La participación de las mujeres en el sector energético ha ido incrementando paulatinamente en los últimos años, pero todavía queda mucho camino por andar. El avance es lento”, afirma María Elena Ferrel, gerente general de Ecoenergía Falk. Por si fuera poco que la legislación laboral y la carga reproductiva que soporta la mujer haga más difícil su participación en el sector energético, en el área rural las costumbres dan por sentado que es el hombre quien debe ser el líder de cualquier emprendimiento, mientras que los programas de gobierno ejecutados en el sector “definen a los varones como sus contrapartes”, siendo que las mujeres son quienes más participan de los proyectos productivos y están a cargo del pago de créditos, relata Ferrel.

“Las principales limitantes” para la mayor participación femenina en el mercado de energías renovables “son los prejuicios y los estereotipos de género, como que la cocina y la alimentación son cosas de mujeres”, sostiene Magda Catorceno, coordinadora general de Inti Illimani, institución que las ha ayudado con sus cocinas solares a ganar tiempo e independencia económica.

Esta asociación sin fines de lucro demostró con su modelo de negocios que ellas no son solo capaces de vender estos artefactos, sino de construirlos y de dar el servicio de mantenimiento de esta tecnología limpia hasta por 10 años.

Para lograr estos resultados, Inti Illimani tuvo que adaptar los horarios de sus talleres de capacitación, para que las mujeres puedan participar una vez concluyan con el trabajo de casa relacionado con la cocina en específico y el cuidado en general.

Toda esta experiencia les permite también a las mujeres empoderarse y empezar a ingresar y participar en espacios de capacitación y negociación en los que antes solo debatían los hombres. El sector, en tanto, se enriquece con su presencia porque son en general ellas las que se ocupan de la sostenibilidad de los emprendimientos.

El acceso a tecnologías y energía moderna, como molinos de cereales, hiladoras y bombas eléctricas, debe también mejorar la calidad de vida de la mujer y revalorizarla en la familia, la comunidad y su entorno, según EnDev. “Ahora las cosas están cambiando”, asevera Catorceno.

La agricultora Martha Helguero, por ejemplo, dejó de lavar zanahorias con los pies, un trabajo que hacía desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde, lo que hacía dos veces a la semana, en el río, con un gran esfuerzo físico y en medio del frío, la humedad y el riesgo de enfermedades como el reumatismo. Ahora, desde que su asociación Ceproagro, con apoyo de EnDev, compró una lavadora de hortalizas, solo controla que la máquina funcione correctamente y puede limpiar 20 cargas en dos horas y ya no 10 con los pies y en 10 horas.

“Ya me cultivé más zanahoria y en las horas que me sobran hago tres o cuatro cosas, escoger papa, preparar cebolla”, refiere la productora, que ahora puede pasar también más horas con su pequeño hijo, quien ya no tiene que ayudar a su mamá en el lavado de estas verduras.

El acceso a tecnología moderna, le permite hoy a Martha tener sueños a corto, mediano y largo plazo.

En este marco, Butrón sostiene que en Bolivia los principales obstáculos por superar en el sector  son las aún reducidas las posibilidades de acceso a energía moderna para el uso productivo en áreas rurales –un factor importante para avanzar en cadenas de valor y acceso a mercados– y la mayor participación de la mujer en el acceso a la tecnología, así como su capacitación y fortalecimiento para participar en un mercado que recién se está organizando.

Finalmente, la inclusión de la variable género es un reto en el que muchos de los actores del sector están involucrados y que ahora no solo considera las necesidades básicas de las mujeres (acceso a agua, luz, alimento), sino también aquellas estratégicas (información, formación, participación, reducción de violencia de género, etc.), como es el caso de Practical Action y otras instituciones con mayor especificidad en la temática.

¿Cómo puede la energía impulsar mayores transformaciones?

Ampliar el acceso a la energía es un desafío importante que requiere un gran aumento de la inversión, modelos empresariales innovadores, cambios en los marcos de políticas, capacidad institucional, mayor conciencia, mejores soluciones técnicas que puedan aplicarse a nivel local y otros elementos que son identificados por los demás actores del sector.

Shirley Pazos, líder del programa de agricultura y mercados de Practical Action, destaca dos retos: la necesidad de que la innovación tecnológica se centre en el usuario y se adapte a las condiciones y contextos de los pequeños productores; y la incorporación de los jóvenes a todos los procesos de desarrollo local, pero en especial a la investigación aplicada a las necesidades de las zonas urbanas y rurales, y adaptadas a la realidad de cada uno de los países.

Para María Elena Ferrel, de Ecoenergía Falk, el primer reto es incrementar la participación de las mujeres jóvenes en el uso de tecnologías renovable y el segundo elevar la presencia femenina en el sector, a lo que se suma el desarrollo de políticas de inclusión de este segmento en el mercado energético.

Rafael Escobar, gerente general de la ONG peruana Energía, Ambiente y Sostenibilidad considera que el involucramiento de los productores con estos procesos, desde el inicio, es clave si se quiere mantenerlos en el tiempo. Para ello es fundamental ser honestos con lo que se les ofrece, utilizar los recursos disponibles en la medida de sus posibilidades, y organizarse respetando los parámetros comunitarios.

Es importante trabajar en la construcción del relacionamiento con los clientes e ir incorporando sus sugerencias en la mejora de las tecnologías y satisfacción de sus experiencias, agrega Mayer, quien observa también que en el transcurso de los años la demanda en el área rural ha pasado de productos tecnológicos sencillos a soluciones cada vez más complejas.

Escobar comparte igualmente otras lecciones aprendidas en los varios años de trabajo de Practical Action en Perú y Bolivia en la temática. Identificar a la población objetivo, porque no a todos se les puede dar la misma información ni los mismos subsidios; establecer y priorizar el potencial productivo, ya que hay algunos grupos con mejores ventajas competitivas que otros; responder a las demandas de electricidad más relevantes; mantener una comunicación con todos los actores; asegurar la sostenibilidad institucional, conformando alianzas; y establecer un aprendizaje permanente, apoyándose en la retroalimentación.

Otro punto es que para ser exitosos y contribuir al desarrollo, los programas de acceso a la energía deben, explícitamente, tener un impacto directo sobre los medios de vida y la generación de ingresos. “Siempre he dicho, una tecnología va a ser exitosa si es que le permite al campesino, al productor, tener un peso más en el bolsillo”, sostiene el experto.

Butrón, a su vez, ve también necesarias la mayor participación de la mujer en estos procesos; el apoyo de los diferentes niveles de gobierno a políticas públicas de energías renovables, para que el ingreso de estas tecnologías al campo sea efectivo; y el involucramiento del sistema financiero en el desarrollo de tecnologías eficientes y energías renovables en áreas rurales.

Este último punto es crucial, ya que estas tecnologías ecológicas no son baratas, más aún para familias de escasos recursos del área rural, que son las que más las necesitan para– en una primera fase– cubrir necesidades básicas, como el acceso a agua potable por bombeo.

Otros desafíos son identificar, aprender y aplicar las experiencias para un mejor desarrollo del sector; y la generación de una mayor conciencia en los mercados sobre la urgencia de un cambio real para enfrentar el cambio climático.

Sobre el último punto, María Andrea Ortega, gerente de Sostenibilidad en Operaciones Internacionales de la Fundación Schneider Electric, asegura que los clientes de la agroindustria, por ejemplo, están exigiendo la trazabilidad de los alimentos y que en toda la cadena éstos sean amigables con la salud y el medio ambiente

Para ello, la empresa gala ofrece sistemas fotovoltaicos para irrigación de tierras, aprovisionamiento doméstico de agua, crianza de peces, ganadería, piscinas y fuentes. Si invierte en estas soluciones, el sector agroindustrial generará ahorros de hasta 70% en 10 años, destaca Ortega. “Las soluciones fotovoltaicas no son solo un negocio a corto plazo, sino un negocio a futuro”, asevera.

Otros proveedores sacan también sus propias conclusiones.

“No se pueden tener soluciones estándar únicas. Cada producto y cada región tienen sus características a las cuales uno debe adaptarse”, apunta Mayer, quien recalca también que “la técnica debe adaptarse a las personas y no las personas a la técnica”

En Perú, “nos hemos dado cuenta que más allá de la brecha tecnológica en el acceso, hay una brecha en la información que tienen no solamente los usuarios finales sino también, a veces, los decisores en política”, hace notar el gerente general de la ONG Energía, Ambiente y Sostenibilidad, Rafael Escobar, quien cree asimismo que “es el momento de (aplicar) enfoques multisectoriales”.

Proveedores de tecnologías de energías renovables como Enersol, Inti Illimani y Ecoenergía Falk ven igualmente como limitantes en el desarrollo de mercados rurales la infraestructura caminera para llevar la tecnología hasta zonas remotas e inaccesibles; la falta de incentivos para la adquisición y uso de las energías renovables; la inestabilidad política en el país, que causa bloqueos y paros; los procesos agrícolas arraigados y tradicionales, que frenan el avance tecnológico por desconfianza y desconocimiento; el elevado costo de estas tecnologías, inclusive si tienen acceso a crédito; y el hecho de que muchos de los miembros de las asociaciones hayan trabajado con la cooperación internacional o con el gobierno, lo que los ha acostumbrado a tener apoyo para la adquisición de los equipos, por lo que esperan que las empresas privadas también les den la tecnología a precios bajos.

En el ámbito municipal, las tomas de decisión son muy largas y lentas, lo que discuerda con las necesidades inmediatas que presentan los usuarios y con los tiempos de trabajo de las empresas.

Los actores incidieron asimismo en la necesidad de: políticas públicas integrales que benefician el desarrollo productivo, social, ambiental y la equidad de género; la evolución y adaptación de los programas, proyectos y productos del sector y su vinculación con los ODS; la aprobación de marcos institucionales adecuados, acordes con la realidad local; la identificación de oportunidades productivas que permitan el desarrollo social y económico local; el reconocimiento de mecanismos de sostenibilidad para estos proyectos y la comunidad; y el potenciamiento del debate propositivo sobre estos recursos.

Mientras, para afrontar los efectos negativos de la epidemia, los proveedores ya se subieron a la ola tecnológica e incluyeron en sus modelos de negocio a los foros y las ferias virtuales, una nueva estrategia de redes sociales, y un abordaje moderno a medios tradicionales como la radio, además de la inclusión de nuevos servicios.

Recomendaciones para un mejor desarrollo energético

Surgen igualmente varios consejos para apuntalar los usos productivos de la energía.

Miguel Fernández, director ejecutivo de Energética, considera necesario un actuar consensuado entre el Estado, la cooperación y el sector privado. El primero promocionará el desarrollo y el financiamiento, el segundo podría dar asistencia técnica multinivel y algunos recursos, y el tercero tendrá que dar una oferta activa con calidad de bienes y servicios.

“Creo que en nuestros países hay muchas leyes, hay leyes por kilos. En nuestros marcos generales se dice que hay que impulsar el uso productivo con energía renovable, pero no dice cómo. Es necesario tener (esa información) con más especificidad”, considera por su lado el Gerente General de la ONG Energía, Ambiente y Sostenibilidad.

Existe la necesidad de articular e interrelacionar las diferentes normativas, desde los diferentes sectores, como respaldo para orientar las prioridades de la planificación desde lo local a lo nacional, que midan los servicios de la energía no solo por el  suministro, sino también los usos productivos y sociales, en el hogar, en los espacios productivos, la comunidad, etc.

“El impacto positivo de las tecnologías productivas no se logra automáticamente o se garantiza solo con el acceso, la adopción social o incluso la replicación. Lo más importante para su sostenibilidad en contextos asociativos es la buena gobernanza, es decir, procedimientos y reglas claras que aseguren mecanismos sociales y económicos para regular el uso, mantenimiento y el reemplazo de estas tecnologías, explica Butrón.

Ello implica contar con líderes capacitados, hombres y mujeres, y la participación activa de los miembros en las decisiones de la organización y en el control social de las máquinas y de los equipos, precisó la experta de EnDev, programa que se ejecuta ya por décimo cuarto año en Bolivia y que se enriquece con el aprendizaje basado en el intercambio de experiencias con asociaciones productivas, mype y Organizaciones Económicas Campesinas (Oeca).

Para Fernández, además, “no hay una relación evidente entre oferta y demanda” en el mercado de energías renovables, por lo que el vínculo entre ambos es “el proyecto”.

Estas tecnologías, su asistencia técnica y seguimiento requieren hoy de una alta inversión inicial, por lo que es necesario el subsidio que ofrecen los proyectos de instituciones públicas y privadas, lo que de alguna manera distorsiona los costos reales que enfrentan las empresas proveedoras de estas tecnologías y hace que el mercado no funcione de manera eficiente.

Justamente en este marco el estudio Panorama de la pobreza energética (PPEO, por sus siglas en inglés), realizado desde el 2010 por Practical Action, recoge como puntos clave: la necesidad ampliar las soluciones de energía renovable fuera de la red, con enfoques de oferta y demanda, que incluyan y empoderen a las mujeres, y que se apoyen en políticas públicas y financiamientos público- privados que satisfagan las necesidades a pequeña escala.

Enriquecimiento de experiencias

Todas las intervenciones se hicieron en el marco del ciclo de seminarios virtuales sobre “Usos productivos, género y energía”, organizado entre el 25 de agosto y el 3 de septiembre pasado por el proyecto EnDev Bolivia de la Cooperación Alemana junto a sus socios nacionales: el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y Practical Action.

El objetivo de esta serie de tres eventos[1] fue el de compartir experiencias, el aprendizaje de los aciertos y errores, investigaciones, casos exitosos, soluciones, dificultades y desafíos relacionados con el acceso y uso de las energías modernas e inclusivas para el área rural, la agricultura y otros sectores productivos de pequeña y mediana escala de Bolivia y Latinoamérica, además de propuestas que pueden ser tratadas y consideradas dentro de los programas y proyectos de desarrollo de los sectores público y privado.

“Estábamos creando pobres con energía, solo para la iluminación (…) Por eso hemos ampliado la cobertura, pero no sé si hemos reducido la pobreza”, admite por ejemplo el Gerente General de la ONG Energía.

El resultado del ciclo de seminarios fue un marco integral para que los actores del sector puedan trabajar con un enfoque más inclusivo relacionado con el acceso a la energía, que tome en cuenta la planificación, el financiamiento y el suministro.

Recorrer “la última milla” para alcanzar el séptimo ODS no será sencillo, aunque cada vez más actores están comprometidos con llevar la energía a las personas aisladas del sistema mediante enfoques que no sean los habituales

Los seminarios fueron “muy oportunos para este contexto del Covid-19 y lo que va a dejar en términos de reactivación”, remarca Yapu, quien considera que el avance del desarrollo rural junto a la incorporación de servicios esenciales es responsabilidad es de todos los actores del rubro energético: productores, proveedores, financiadores, niveles de gobierno y universidades.

 

 

 

[1] Sesión 1  https://bit.ly/3jTd9Im

Sesión 2  https://bit.ly/3i6M2sU

Sesión 3 https://bit.ly/33V3o6t