De no creer a ser promotora

Lucinda Ecuebari Mamio vive en la comunidad Bella Altura que es parte del territorio indígena Tacana. Hace 4 años la familia de Ernesto y Lourdes Guari recibieron en esta comunidad una de las dos cocinas solares piloto que fueron el pie para las más de 200 que hoy sirven a las familias de este municipio y  las de los municipios de  Reyes, Rurrenabaque, Palos Blancos y Apolo.

Lucinda, recuerda que hace tres años atrás escuchó en un taller que iban a beneficiar a su comunidad con las cocinas solares y se elevó la expectativa. Nadie sabía a ciencia cierta de qué se trataba. “Cuando la trajeron yo no creía que podíamos preparar la comida y muchas cosas más, para mi era una caja – no va a cocer decíamos, cuando nos estábamos capacitando hemos visto que sí cocía y eso ha sido impresionante”. 

Aprendió pronto a manejar la cocina solar y a generar ingresos extras desde su funcionamiento, ofertando servicios de alimentación de graduaciones, cumpleaños y bautizo en la comunidad y actualmente haciéndose cargo del desayuno escolar en la comunidad. Comenzó haciendo galletas de coco con una libra de harina, ha llegado a usar más de 5 libras y prestarse las cocinas de las vecinas para poder cumplir a tiempo con el pedido.  Se ha vuelto una experta en el horneado de todo tipo de tortas y en la innovación del uso de la cocina para secar granos de cacao y transformar el fruto en pasta de chocolate, esforzándose por lograr un proceso que a pesar de ser manual es casi estandarizado.

“Mi economía con las cocinas solares ha mejorado como un 50%, más antes con las artesanías a veces se vendía y a veces no, pero ahora todos los días saco algo para vender y todos los días se vende” comenta la madre de dos niños

Hace menos de un mes ha decidido ser promotora de la tecnología, bajo un modelo de negocio que plantea Inti Illimani, que junto a  Practical Action (Soluciones Prácticas) y Christian Aid se está poniendo en práctica en los municipios de Rurrenabaque y San Buenaventura. “La cocina nos la dan a Bs 1500, en tres pagos de 500 bolivianos cada mes. Hemos recibido capacitaciones y con eso le estamos dando a la gente información sobre las cocinas solares y animándolas a comprarlas”.

Lucinda habla desde una cultura viva cuando dice que su primera motivación es disminuir el uso de la leña cuyo humo afecta diariamente al medio ambiente y a la salud de las mujeres, tradicionalmente encargadas de los alimentos. ”Además ya sea la leña o el gas es una gran inversión, gastamos harto” mencionó.

Como otras promotoras, espera poder consolidarse en este nuevo rol para generar ingresos para su familia, es sin duda un desafío pero pasó de no creer que la caja anaranjada podía cocinar, a hacer pasta de chocolate, tortas, galletas, rollos alfajores, refresco de asaí y ahora a contagiar su entusiasmo y conocimiento. 

“Me resulta muy fácil hacer las cosas en la cocina, es mucho más sencillo. Vendo las tortas, hago chocolates y los envaso. Antes no me salían bien, no era parejo con el baño maría, ahora es más sencillo y no pierdo el chocolate” compartió Lucinda, sobre la elaboración de pasta casera que ya tiene un pequeño mercado en La Paz.

Estas señoras han decido invertir en la venta de las cocinas solares, están buscando espacios de promoción para que la población pueda conocer qué son y qué pueden hacer las cocinas solares. “La gente está impresionada con estas cocinas, como antes no las habían visto se acercan bastante a saber cómo funcionan”.

 “En mi casa yo tengo mi kiosco, donde saco a vender mis productos y una cocina no me abastece”. A futuro Lucinda espera seguir adelante, poder vender más cocinas para hacer un negocio más grande.

Mónica Cuba