Villa Alcira: Del desastre a la resiliencia

“Cuando llegamos a Villa Alcira las personas nos miraban asustadas desde los techos de las casas, se cuidaban entre ellas de los animales que también buscanrefugio y alimento, cuando nos reconocieron, nos abrazaron y mis lágrimas se salían”, cuenta Ruth Chuqui, ex presidenta del Consejo Indígena de MujeresTacana -CIMTA, 2014). 

La primera respuesta fue la comunal, las ollas comunes se abastecieron con los ahorros del Canopy, emprendimiento turístico comunal; la ayuda externa llegóde la mano del Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA) y el CIMTA junto a las ONG presentes en la zona en coordinación con el gobierno.

La comunidad Villa Alcira (San Buenaventura, La Paz) fue una de las más afectadas en el territorio Tacana durante las inundaciones del 2014.

“Éramos 22 familias afiliadas, pero sólo vivíamos 18” comenta Esidora Juridi Janco,corregidora de la comunidad, quien además recuerda que con las inundaciones 10 familias abandonaron la comunidad, “de los 12 niños que asistían a la escuela, sólo se quedaron 5, fue un tiempo duro”.

Villa Alcira fue afectada con la pérdida de más de 15 hectáreas de superficie productiva, con repercusiones directas en la seguridad alimentaria; el agua desbordada del río Beni, alcanzó los 7 metros, anegando el lugar y arrastrando sedimentos a la escuela, a la sede social y a las casas de la comunidad. El sistema de agua fue afectado dejando sin suministro a la mayor parte de las familias. La metodología de Evaluación participativa de vulnerabilidades y capacidades, implementada por Soluciones Prácticas y Christian Aid durante la primera fase del proyecto Resiliencia, permitió la planificación comunal en la que se incluyeron algunas tecnologías intermedias para la recuperación y mejora de la parte productiva y de los servicios de agua y saneamiento.

El trabajo para la implementación de sistemas agroforestales de cítricos y cacao,inició con los viveros multipropósitos, cultivos anuales y cultivos de ciclo corto(aprovechando los minerales del suelo removido de la ribera y paleando la erosión hídrica). Se entregaron sistemas fotovoltaicos de pre-electrificaciónfamiliar, capacitando a los usuarios en la instalación, uso y mantenimiento. La comunidad identificó una zona segura en la parte alta, algunas familiastrasladaron sus casas; mientras el entonces corregidor Francisco Chuqui, gestionaba con el  municipio y la gobernación la implementación de un sistemafotovoltaico para el suministro de agua con la gobernación.

El gobierno municipal apoyó la construcción de la unidad educativa en la parte alta de la comunidad; posteriormente, con el apoyo del proyecto Resiliencia II, la participación de Ayuda en Acción y la contraparte comunal, se implementó un sistema de saneamiento sanitario (baños para los estudiantes con tanquebiodigestor): “Así hemos logrado que la comunidad tenga mejores condiciones para los niños y su educación”, Sara Mamani.

Esidora se ha propuesto unir a la comunidad, en alianza con operadores turísticos privados está promoviendo el uso de las cocinas solares (tecnología implementada en la zona por Soluciones Prácticas, Inti Illimani, la PBFCC y Christian Aid), no sólo para la venta de comida tradicional tacana a los turistas que visitan la zona, la transformación de alimentos y secado de granos y madera chonta (para artesanías); sino también permite el trabajo de mujeres en comunidad para fortalecer sus liderazgos, participación y empoderamiento económico.

“Nos estamos fortaleciendo como comunidad, las mujeres estamos más activas que nunca” señala la autoridad, “hemos decidido como comunidad, trasladarnos a una zona alta donde las inundaciones no nos golpeen tan fuerte; todos hemos aportado con jornales de trabajo muy duro, hemos trasladado nuestras casas, la sede, la cancha, hemos mejorado la escuela y ya estamos listos. Ahora nos toca reactivar el Canopy lo que en el pasado fue motivo de discordia, hoy nos debe unir”.

Aún quedan en pie algunos resabios de la vieja comunidad, que recuerdan las vulnerabilidades vencidas. Actualmente Villa Alcira acoge a 28 familias en continua construcción de su resiliencia.

Por: Mónica Cuba